Todos tenemos nuestras propias creencias, sea una religión, sea un estilo de vida, sea una práctica determinada… Todo aquello que a menudo da sentido a lo que sucede en nuestras vidas y muy a menudo también, lo que nos da fuerzas para seguir.
Son ayudas, apoyos, empujes que nos permiten avanzar, seguir luchando y superando los obstáculos de la vida y ser lo más felices posibles. Para Marta, y para muchos, por supuesto, hay una estrecha y poderosa relación entre el mindfulness y cáncer, una de esas grandes ayudas en las que poder sostenerse.
Muchos creen en terapias y recurren a ellas como apoyo y acompañamiento en esta dura lucha, la que supone un cáncer. Terapias psicológicas individuales, en grupo… Muchos se involucran en prácticas como el yoga, otros en la meditación o mindfulness, algo en lo que firmemente cree Marta y que ha sido uno de sus fieles acompañamientos.
En su caso particular Marta estuvo en contacto con un grupo dirigido por la psicóloga clínica Núria Orcero, en el que trabajaban el protocolo MBSR (Mindfulness Based Stress Reduction). Algo en lo que se podía trabajar una vez finalizado el tratamiento oncológico, momento en el que la persona debe volver a reconstruirse y situarse en su vida, en su momento presente… Un grupo que ayuda a reducir el malestar psicológico mediante el desarrollo de la atención plena. Una forma especial de prestar atención consciente en el momento presente sin ejercer ningún tipo de juicio.
El mindfulness busca una atención consciente o vigilante, una contemplación a la que se llega por un conjunto de prácticas o ejercicios mentales que buscan fijar el momento presente sin juzgar, con una actitud bondadosa y amorosa. Algo que ayuda a centrarse en ese momento actual tras el tratamiento contra el cáncer que se haya vivido recientemente y trabajar en esa reconstrucción de la persona, en ese cuidarse desde el presente, dejando atrás el duro episodio recientemente vivido y enfocándose en el estar bien que es real en esos momentos. Muchos lo combinan, como decíamos, con otras prácticas como el yoga, también centrado en el momento presente, en la calma, el bienestar, el respeto por uno mismo, por quien eres, por el sentir lo que se vive y experimenta y aceptarlo como tal.
Otros quizá prefieren centrarse en otras actividades, a menudo nuevas que nunca se hicieron aunque siempre se desearon. Se trata de parar la mente, respetarse, aceptarse y abrazar ese momento, sea con mindfulness, yoga, cerámica, pintura o paseando al aire libre. Mindfulness y cáncer son una muy potente combinación para trabajar en el bienestar tras pasar por un tratamiento contra el cáncer pero no el único recurso. ¡Cada uno debe encontrar el suyo y profundizar en ello! 🙂
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